sábado, 26 de junio de 2010

Divagaciones gafapastiles

Como dijo Freud:
Los seres humanos no pueden mantener un secreto porque, aun en el caso de que sus labios permanezcan sellados, hablan con la punta de los dedos y la traición se asoma a través de cada uno de sus poros.
La esencia de la empatía consiste en darse cuenta de lo que sienten los demás sin necesidad de que lleguen a decírnoslo. Porque, aunque los demás pocas veces nos expresen verbalmente lo que sienten, a pesar de todo están manifestándolo continuamente con su tono de voz, su expresión facial y otros canales de expresión no verbal. Sin la capacidad de darnos cuenta de nuestros propios sentimientos (o de impedir que nos desborden) jamás podremos llegar a establecer contacto con el estado de ánimo de otras personas.

La empatía asume diferentes grados que van desde la capacidad de captar e interpretar adecuadamente las emociones ajenas hasta percibir y responder a sus preocupaciones o sentimientos inexpresados y comprender los problemas que se ocultan detrás de otros sentimientos.

Quizás el requisito previo de la empatía es la conciencia de uno mismo, la capacidad de registrar las señales viscerales procedentes de nuestro propio cuerpo.

Hay que escuchar, no sólo el lenguaje no verbal, al que se le da más importancia a veces por ser "sincero y espontáneo", sino también a los que se dice verbalmente, claro está. Pero hay que escuchar de manera especial, tiene que ser una "escucha activa". Es decir, ir más allá de lo que se dice, repitiéndonos lo que acabamos de oir hasta estar seguros de haber comprendido. Y la confirmación de que uno ha escuchado bien es que responde adecuadamente, aún cuando ello suponga llevar a cabo algún cambio en lo que esté haciendo. Pero hasta donde deberá ajustar este cambio según lo que le diga el otro es algo ciertamente controvertido.

El sufrimiento empático es muy común cuando nos hallamos profundamente conmovidos por el dolor de una persona que nos importa. La preocupación que sentimos por un amigo en problemas puede despertar en nosotros los mismos sentimientos, un fenómeno que tiene lugar cuando alguien especialmente empático se ve expuesto a los estados de ánimo negativos de otra persona y carece de las habilidades de autorregulación necesarias para calmar su sufrimiento.

¿Y a qué viene todo esto? Buf. A que me gusta hablar de estos temas. Y ciertamente me "preocupa", ya que estoy orientando mi vida laboral hacia la relación directa con muchas personas "cada una de su padre y de su madre". El cúlmen será cuando llegue (si es que llego) a ejercer la Psicología en una consulta. No quiero volverme de piedra ni echarme a las espaldas montones de problemas ajenos hasta llegar al punto de no poder ayudar, siendo yo el que necesite ayuda. He visto los dos casos en personas cercanas y no sé cuál es peor. Como todo, habrá que buscar un equilibrio a base de palos, lograr permanecer abiertos a los sentimientos al tiempo que nos adiestramos en el arte del autocontrol emocional, para no terminar abrumados por el dolor de las personas con las que nos relacionamos.

Pero insisto: hay que escuchar activamente sólo cuando nuestro interlocutor está dispuesto a hablar. A veces peco de "entrometido" y con mis ganas de ayudar o de lo que sea, puedo forzar. Es un derecho personal decidir cuando hablar, cuando soltar lastre emocional, ante quién y en qué momento. Y es que somos animales sociales, tenemos derecho a compartir la carga, a ser egoístas, a llamar la atención... no podemos exigir que nos resuelvan los problemas, pero sí que se nos escuche un momento.

Te sientes solo en una reunión social, rodeado de "amigos" y no puedes creertelo. En plena "era de la información" nos sentimos más solos e incomunicados que nunca. A lo mejor es porque nos dedicamos a cultivar relaciones y amistades superficiales, para no implicarnos, para no mostrar nuestros puntos débiles, aquello que nos hace vulnerables (pensando, inocentemente, en que somos los únicos que tenemos defectos o carencias). Pues ahí hay que ser duro con uno mismo (incluso con los demás). Hay que hablar, hay que desprenderse de lo que no nos conviene (ya sean sentimientos, ideas e incluso personas). No por estar con 20 desconocidos vas a dejar de estar solo, y ya ni hablamos cuando eres incapaz de estar "solo contigo mismo" (como decía Homer, aterrado: "Enciende la tele rápido, estoy empezando a pensar"), porque estamos en el caso del que hablábamos antes, es decir, no sabemos escucharnos a nosotros mismos.

Me dicen que soy duro con ciertas personas, hablando seriamente de lo que siento, etc, respecto a ellas, o mejor dicho, cómo me hacen sentir. Pues imaginaos lo duro que soy conmigo mismo. Es muy digno tb es que nos edulcoren la verdad, desde una "pseudoempatía" que no se cree nadie... pero a mí me va la caña, jeje, y la anestesia la dejo para el dentista.

Y sí, estoy leyendo a Daniel Goleman y vivo al borde del éxtasis.

3 comentarios:

Santi dijo...

Ohhh, acabo de buscar a "daniel goleman" y aparece unido a "inteligencia emocional". Tiene pelo ovejuno, y el aspecto en general de quien ha escrito un libro de autoayudaté por si acaso jajaja.

Hummmm, la escucha activa; de esa que terminas sintiendo la nube negra del otro; yo una vez escuché un programa de radio - al parecer mu popular, qué horror - donde la gente llama a echar sus lloradas; qué angustia; me quitó hasta el sueño, no te digo mas, jesúúuús, y en medio de todo la voz de seda de la locutora...

Me refiero yo que siendo psicólogo has de aprender a sí, ayudar a resolver y tal, pero... a veces sentir del modo en que por sentir así se ha atrapado en su mecer su chunga historia... no sería de gran ayuda.. ¿o sí?, noo sé, no soy yo muy de hablar jajaja, ya sabes, si estoy mal lo último que me apetece es dedicarle cinco minutos; coooosa que es un error, lo sé, pero.... "así funciona mi cabeza".

Yo creo que empezaré a escribir entradas en estas cajitas de comentarios, porque es el único sitio donde no empiezo a rimar, a seguir escribiendo por sonidos (e ideas, sí, pero ays, buahhh jajajaja)

besos

Anónimo dijo...

No vale, me has cogido fuera de juego (¿cómo se te ocurre escribir durante el fin de semana?) de todas formas son sabias tus palabras. Y aunque digas que no hay que forzar a nadie a querer hablar, si es cierto que hay personas que no quieren (o no saben, seguramente por vergüenza) pedir ayuda. Por lo que a mi respecta puedes entrar sin llamar, confío en ti, aunque no te asustes si lo encuentras todo un poco desordenado y caótico, seguramente haga falta un poco de pintura y unas cortinas nuevas.

Soy muy profano en esto de la psicología, pero reconozco que es una profesión muy difícil y conseguir llegar a ese equilibrio del que hablas también. Te dejo un pequeño spoiler de “En Terapia” que refleja esos dos lados que todo psicólogo debe hacer frente (y para que te enganches otra vez a verla, leñe).

Un abrazo.

Ocnebius dijo...

@Ant: Graaaaaaaaaacias por tus comentarios en general, por este en particular, y por más cosas. La sensibilidad, en cualquiera de sus facetas, parece ser un alma de doble filo. Pero quizás, cuando se sabe manejar, te enriquece y te hace más "powerful". Beeeesos.
@Arquemaco: Gracias por leerme, te dejo que descanses los fines de semana, jajaja. Es lo bueno de esto, lo puedes leer y releer cuando se te antoje... y si comentas, a mí me llegarán tus comentarios. Te estás volviendo todo un filósofo o, si ya lo eras (probablemente), ahora se te nota más :) Debo reengancharme a la serie, me lo pide el body. Abrazotes!

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